miércoles, 23 de septiembre de 2020

Mt.20,1-16 es la parábola de los obreros llamados a la viña del Señor

   El evangelio es la cara de esa realidad: un Dios misericordioso que tiene paciencia infinita, y que siempre tiene, de su parte, una oportunidad de acogida. Mt.20,1-16 es la parábola de los obreros llamados a la viña del Señor. Para los diligentes que están disponibles a primera hora, Dios ya se compromete a pagarles un denario, un buen jornal, en el trabajo de ese día en su viña. Y aceptan felices porque han sido contratados y porque van a tener un jornal amplio.

            Pero no todos los posibles obreros fueron tan diligentes y aparecieron por la plaza a media mañana. De suyo podían quedarse sin trabajo. Pero el amo de la viña les dice: Id también vosotros a mi viña. Aquí ya no hay contrato. No hay compromiso de jornal. Han llegado más tarde y ya pueden estar contentos de ser contratados.
            A mediodía todavía hay obreros parados, que han salido a la plaza casi a ver si por casualidad alguien los contrata. El amo de la viña les echa en cara estar allí ociosos todo el día, pero les ofrece ir a la viña. Algo ganarán a estas alturas del día.
            ¿Y los que aun a media tarde, cuando queda una hora de trabajo, han salido a la plaza, mano sobre mano? Son unos vagos, unos descuidados. Pero el amo piensa que tienen familia y que necesitan una paga, y los manda también a su viña, aunque solo trabajarán una hora.
            Es la historia de Dios con el hombre. Dios siempre llama. Hasta última hora Dios siempre cuenta con los humanos. El mérito es de los que estuvieron a primera hora y tuvieron la seguridad de su contratación, de su fidelidad a la llamada de Dios.
            El misterio comienza a la hora de pagar, porque el amo ha encargado al capataz dar un denario a los que habían trabajado una hora en la viña. Y un denario a los que llegaron a mediodía. Y  un denario, tal como estaba ajustado, a los que fueron a primera hora. ¿Cómo se pagaba igual a unos y a otros…, a los que habían trabajado una hora y a los que habían soportado el sol y el calor de toda la jornada?
            Es la historia real de Dios con los hombres: el secreto es acudir. Que aunque lleguen al final, lo importante es que han llegado. Y lo que debe crear alegría en todos porque al fin y al cabo, aunque rezagados, sirvieron al amo en su viña.  Esa es la JUSTICIA de Dios: hacer justos a todos los que acuden a él.

Publicado originalmente el 

miércoles, 21 de agosto de 2019



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