He querido recopilar aquí todo lo escrito por el Padre Manuel Cantero acerca de la solemnidad de Santiago apóstol, comenzando por la última, del año 2019, hasta la de 2012 que fue la primera. He puesto también algún comentario mío que incluí en su entrada en el blog.
jueves, 25 de julio de 2019
LITURGIA Con toda solemnidad se celebra hoy en la mayor parte de España la fiesta de Santiago, apóstol. Todo español bien nacido tiene que sentir en esta fiesta una ocasión de oración especial por nuestra Patria, independientemente de sus siglas políticas. Se trata del Patrón de España, cuyo sepulcro ha venido a estar entre nosotros. Un apóstol de Jesucristo que viene a dar a nuestra nación el privilegio de su estancia y de su particular patrocinio. Desde el evangelio, Santiago es testigo directo de momentos especiales de la vida de Jesús: la transfiguración o la agonía del Huerto, dos extremos de la experiencia personal. También protagonista, junto a Juan, su hermano, de ese hecho que nos narra el evangelio de hoy. El apóstol Santiago cumplirá en su vida el reto que Jesús les lanzó un día a él y a su hermano Juan, cuando ellos –todavía inmaduros en el seguimiento de Jesús- pretendieron privilegios humanos (Mt.20,20-28), y Jesús les cambió la idea por otra muy diferente: ¿Sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber? No supieron entonces qué decían, pero respondieron: Podemos. Ya esa realidad corresponde a Santiago la 1ª lectura fragmentada de Hech.4.33.5; 5-12.27-33: 12,1. Los apóstoles daban testimonio con mucho valor de la resurrección de Jesús, y hacían muchos prodigios en medio del pueblo. Como consecuencia de aquella popularidad y trasmisión de la fe en Cristo, los prendieron, y les conminaron a no hablar más “en nombre de ese”. Pedro y los apóstoles respondieron que hay que obedecer a Dios antes que a los hombres Los sacerdotes y ancianos del sanedrín se carcomían de rabia viendo a aquellos hombres, humanamente incultos, tener la fuerza y la constancia de predicar en el nombre del Señor, pese a las amenazas, y pensaron en matarlos. Herodes hizo decapitar a Santiago, el hermano de Juan. Se cumplía así aquel: “Podemos” con que Santiago respondió a Jesús sobre su decisión de beber el cáliz de Jesús. La muerte violenta –decapitado- culminará una vida que es un puro testimonio, con valentía y contra corriente, de la injusticia cometida contra Jesús. La fuerza la recibe del Espíritu Santo para ser consecuente con un principio fundamental: que hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. La 2ª lectura -2Co.4,7-15- pone la explicación de esa fuerza sobrehumana que inspiró a aquellos hombres: Este tesoro lo llevamos en vasijas de barro para que se vea que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no proviene de nosotros. Éste es el principio que rige toda la labor apostólica y en definitiva todo el sentido de la vida cristiana. Continúa Pablo haciendo una semblanza del apóstol: Nos aprietan por todos lados, pero no nos aplastan. Acosados, pero no abandonados. Nos derriban, pero no nos rematan. En toda ocasión y por todas partes llevamos en el cuerpo la muerte de Jesús para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo. Un párrafo excelente, elocuente. Todos los padecimientos de un apóstol acaban en la gran realidad de que la vida de Jesús se manifiesta en ellos. Y como he indicado: no se reduce eso a los apóstoles. Todo cristiano ha de encontrar en esa descripción una parte de su vida y del sentido de su existencia. Continúa Pablo describiendo al apóstol: Mientras vivimos, continuamente nos están entregando a la muerte por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal. La vida como lucha. El apostolado como dura lucha porque a muchos les estorba que se les hable de la doctrina de Jesucristo, y se les remita al hecho incontrovertible de la resurrección de Jesucristo. Pero el apóstol es testigo con mucha fuerza de esa resurrección y no puede callarse porque tiene que seguir la pauta de Dios por encima de lo que pretenden hoy silenciar las ideologías humanas. Ahí tenemos una línea de acción que nos toca a todos los cristianos, y que en tanto daremos a conocer el Nombre de Jesús, en cuanto que nuestra vida esté dispuesta al sacrificio diario. A todos no se nos va a pedir el padecimiento de un apóstol que está en la brecha, pero a todos se nos pide vivir el evangelio. Y en el evangelio, tomar la cruz para poder seguir a Cristo, es una condición que pone el propio Jesucristo.
miércoles, 25 de julio de 2018
Cuando Santiago y Juan se acercaron a Jesús para pedirle estar ellos a la derecha y a la izquierda del reino de Jesús (Mt.20,20-28), lo que menos imaginaban era que Jesús emplazaba a los dos hermanos a beber el cáliz que Jesús iba a beber, y que era precisamente la muerte en defensa de la verdad del evangelio y en seguimiento de su propia pasión y muerte. Hoy nos encontramos con la fiesta de Santiago, testigo de los grandes momentos de Jesús en el Tabor o en el Huerto, el primer apóstol que sufrió el martirio. Su afirmación a Cristo de que “Podemos beber el cáliz”, se cumplió totalmente cuando Herodes decidió darle muerte para acallar el testimonio que los apóstoles daban de Jesús con mucho valor, y haciendo signos y prodigios en medio del pueblo. (Hech.4,33; 5,12, 27-33; 12,1). Empezó la persecución con el sumo sacerdote que los interrogó a los apóstoles en presencia del Consejo: ¿No os habíamos prohibido formalmente enseñar en nombre de ESE? El sumo sacerdote no quiso ni nombrar a Jesús, porque era un crucificado y de los crucificados no quedaba ni el nombre. Y les echa en cara que habéis llenado Jerusalén con vuestra enseñanza y queréis hacernos responsables de la sangre de ese hombre. Aparece el cinismo del sumo sacerdote que pretende quedar al margen de la pasión de Jesús. Responde Pedro que hay que obedecer a Dios antes que a los hombres: “el Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien vosotros matasteis colgándolo de un madero. Si pretendían chafarse de la culpa, Pedro se la pone por delante. Ellos se consumían de rabia, y Herodes acaba mandando decapitar a Santiago. Ha sido una realidad aquel “Podemos beber el cáliz”, y a Santiago le ha tocado ser el primero de los apóstoles que entrega su vida en defensa de la verdad del Maestro, razón por la cual hemos tenido este texto en la 1ª lectura.
En la 2ª lectura (2Co.4,7-15) se ha resaltado la aparente contradicción que hay entre el limitado valor humano de los apóstoles y su gran misión y valor íntimo que hay en ellos: Este tesoro lo llevamos en vasijas de barro –la realidad humana de aquellos hombres- para que se vea que una fuerza extraordinaria es de Dios y no proviene de nosotros. Y va haciendo Pablo una contraposición entre lo poco que ellos pueden dar de sí y las maravillas que en ellos ha hecho Dios: llevamos en el cuerpo la muerte de Jesús para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo. España celebra la fiesta de Santiago como la de su Apóstol Patrón. Es un sentir muy antiguo que Santiago llegó con su predicación hasta los confines de Occidente. Después de la invasión mahometana, el apóstol aparece venerado en España como patrono de los reinos cristianos. Éstos proclamaron en los siglos siguientes su gratitud por la protección de Santiago en la defensa de la acción misionera que contribuyó a propagar a la Iglesia en el mundo. Su sepulcro en Compostela, a semejanza del sepulcro vacío de Jesús en Jerusalén y de la tumba de San Pedro en Roma, atrae, hasta nuestros días, a innumerables peregrinos de toda la cristiandad. Los Papas han concedido a su santuario un jubileo frecuente y otras gracias extraordinarias.
martes, 25 de julio de 2017
lunes, 25 de julio de 2016
sábado, 25 de julio de 2015
La 2ª lectura muestra la trayectoria del apóstol: sus padecimientos por razón de su fidelidad a la verdad y a la fe. “Para que la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal”.
El evangelio tiene dos planteamientos muy diversos: el de Santiago y Juan –conducidos por su madre- y el de Santiago y Juan cuando Jesús les lleva a cambiar el chip, y en vez de las honras humanas que ellos pretendían, les pone delante “el cáliz que yo he de beber”. ¿PODÉIS? Y Santiago se lanza al vacío, fiado en que es “el cáliz que va a beber Jesús”, y acaba en un rotundo: PODEMOS. Muy lejos de honores y puestos de mando, Santiago ha optado con seguir a Jesús dondequiera que sea.
Para nosotros, los españoles, Santiago es el apóstol que visitó España, que –según la tradición- vino a recibir una visita de la Virgen, en Zaragoza, y cuyo sepulcro está en Galicia. Apóstol PATRONO de una nación que hoy día necesita mucho más de su patronazgo, mientras fuerzas de otro signo pretenden fraccionarla o descristianizarla.
Una oración muy especial hemos de elevar hoy a Santiago, no sólo desde el planteamiento espiritual sino también como españoles.