sábado, 25 de julio de 2020

Santiago apóstol

He querido recopilar aquí todo lo escrito por el Padre Manuel Cantero acerca de la solemnidad de Santiago apóstol, comenzando por la última, del año 2019, hasta la de 2012 que fue la primera. He puesto también algún comentario mío que incluí en su entrada en el blog.


jueves, 25 de julio de 2019


LITURGIA
                      Con toda solemnidad se celebra hoy en la mayor parte de España la fiesta de Santiago, apóstol. Todo español bien nacido tiene que sentir en esta fiesta una ocasión de oración especial por nuestra Patria, independientemente de sus siglas políticas. Se trata del Patrón de España, cuyo sepulcro ha venido a estar entre nosotros. Un apóstol de Jesucristo que viene a dar a nuestra nación el privilegio de su estancia y de su particular patrocinio.
          Desde el evangelio, Santiago es testigo directo de momentos especiales de la vida de Jesús: la transfiguración o la agonía del Huerto, dos extremos de la experiencia personal. También protagonista, junto a Juan, su hermano, de ese hecho que nos narra el evangelio de hoy.
          El apóstol Santiago cumplirá en su vida el reto que Jesús les lanzó un día a él y a su hermano Juan, cuando ellos –todavía inmaduros en el seguimiento de Jesús- pretendieron privilegios humanos (Mt.20,20-28), y Jesús les cambió la idea por otra muy diferente: ¿Sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber?
          No supieron entonces qué decían, pero respondieron: Podemos. Ya esa realidad corresponde a Santiago la 1ª lectura fragmentada de Hech.4.33.5; 5-12.27-33: 12,1.
          Los apóstoles daban testimonio con mucho valor de la resurrección de Jesús, y hacían muchos prodigios en medio del pueblo. Como consecuencia de aquella popularidad y trasmisión de la fe en Cristo, los prendieron, y les conminaron a no hablar más “en nombre de ese”. Pedro y los apóstoles respondieron que hay que obedecer a Dios antes que a los hombres
          Los sacerdotes y ancianos del sanedrín se carcomían de rabia viendo a aquellos hombres, humanamente incultos, tener la fuerza y la constancia de predicar en el nombre del Señor, pese a las amenazas, y pensaron en matarlos. Herodes hizo decapitar a Santiago, el hermano de Juan. Se cumplía así aquel: “Podemos” con que Santiago respondió a Jesús sobre su decisión de beber el cáliz de Jesús. La muerte violenta –decapitado- culminará una vida que es un puro testimonio, con valentía y contra corriente, de la injusticia cometida contra Jesús. La fuerza la recibe del Espíritu Santo para ser consecuente con un principio fundamental: que hay que obedecer a Dios antes que a los hombres.
          La 2ª lectura -2Co.4,7-15- pone la explicación de esa fuerza sobrehumana que inspiró a aquellos hombres: Este tesoro lo llevamos en vasijas de barro para que se vea que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no proviene de nosotros. Éste es el principio que rige toda la labor apostólica y en definitiva todo el sentido de la vida cristiana.
          Continúa Pablo haciendo una semblanza del apóstol: Nos aprietan por todos lados, pero no nos aplastan. Acosados, pero no abandonados. Nos derriban, pero no nos rematan. En toda ocasión y por todas partes llevamos en el cuerpo la muerte de Jesús para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo. Un párrafo excelente, elocuente. Todos los padecimientos de un apóstol acaban en la gran realidad de que la vida de Jesús se manifiesta en ellos. Y como he indicado: no se reduce eso a los apóstoles. Todo cristiano ha de encontrar en esa descripción una parte de su vida y del sentido de su existencia.
          Continúa Pablo describiendo al apóstol: Mientras vivimos, continuamente nos están entregando a la muerte por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal. La vida como lucha. El apostolado como dura lucha porque a muchos les estorba que se les hable de la doctrina de Jesucristo, y se les remita al hecho incontrovertible de la resurrección de Jesucristo. Pero el apóstol es testigo con mucha fuerza de esa resurrección y no puede callarse porque tiene que seguir la pauta de Dios por encima de lo que pretenden hoy silenciar las ideologías humanas.
          Ahí tenemos una línea de acción que nos toca a todos los cristianos, y que en tanto daremos a conocer el Nombre de Jesús, en cuanto que nuestra vida esté dispuesta al sacrificio diario. A todos no se nos va a pedir el padecimiento de un apóstol que está en la brecha, pero a todos se nos pide vivir el evangelio. Y en el evangelio, tomar la cruz para poder seguir a Cristo, es una condición que pone el propio Jesucristo.


miércoles, 25 de julio de 2018

Cuando Santiago y Juan se acercaron a Jesús para pedirle estar ellos a la derecha y a la izquierda del reino de Jesús (Mt.20,20-28), lo que menos imaginaban era que Jesús emplazaba a los dos hermanos a beber el cáliz que Jesús iba a beber, y que era precisamente la muerte en defensa de la verdad del evangelio y en seguimiento de su propia pasión y muerte.
          Hoy nos encontramos con la fiesta de Santiago, testigo de los grandes momentos de Jesús en el Tabor o en el Huerto, el primer apóstol que sufrió el martirio. Su afirmación a Cristo de que “Podemos beber el cáliz”, se cumplió totalmente cuando Herodes decidió darle muerte para acallar el testimonio que los apóstoles daban de Jesús con mucho valor, y haciendo signos y prodigios en medio del pueblo. (Hech.4,33; 5,12, 27-33; 12,1).
          Empezó la persecución con el sumo sacerdote que los interrogó a los apóstoles en presencia del Consejo: ¿No os habíamos prohibido formalmente enseñar en nombre de ESE? El sumo sacerdote no quiso ni nombrar a Jesús, porque era un crucificado y de los crucificados no quedaba ni el nombre. Y les echa en cara que habéis llenado Jerusalén con vuestra enseñanza y queréis hacernos responsables de la sangre de ese hombre. Aparece el cinismo del sumo sacerdote que pretende quedar al margen de la pasión de Jesús.
          Responde Pedro que hay que obedecer a Dios antes que a los hombres: “el Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien vosotros matasteis colgándolo de un madero. Si pretendían chafarse de la culpa, Pedro se la pone por delante.
          Ellos se consumían de rabia, y Herodes acaba mandando decapitar a Santiago.
          Ha sido una realidad aquel “Podemos beber el cáliz”, y a Santiago le ha tocado ser el primero de los apóstoles que entrega su vida en defensa de la verdad del Maestro, razón por la cual hemos tenido este texto en la 1ª lectura.

          En la 2ª lectura (2Co.4,7-15) se ha resaltado la aparente contradicción que hay entre el limitado valor humano de los apóstoles y su gran misión y valor íntimo que hay en ellos: Este tesoro lo llevamos en vasijas de barro –la realidad humana de aquellos hombres- para que se vea que una fuerza extraordinaria es de Dios y no proviene de nosotros. Y va haciendo Pablo una contraposición entre lo poco que ellos pueden dar de sí y las maravillas que en ellos ha hecho Dios: llevamos en el cuerpo la muerte de Jesús para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo.
          España celebra la fiesta de Santiago como la de su Apóstol Patrón. Es un sentir muy antiguo que Santiago llegó con su predicación hasta los confines de Occidente. Después de la invasión mahometana, el apóstol aparece venerado en España como patrono de los reinos cristianos. Éstos proclamaron en los siglos siguientes su gratitud por la protección de Santiago en la defensa de la acción misionera que contribuyó a propagar a la Iglesia en el mundo.
          Su sepulcro en Compostela, a semejanza del sepulcro vacío de Jesús en Jerusalén y de la tumba de San Pedro en Roma, atrae, hasta nuestros días, a innumerables peregrinos de toda la cristiandad.
          Los Papas han concedido a su santuario un jubileo frecuente y otras gracias extraordinarias.



martes, 25 de julio de 2017

Liturgia: Solemnidad de Santiago apóstol
          Las lecturas de esa solemnidad litúrgica en España nos muestran –en la 1ª: Hech 4,33, 5.12,27-33; 12,1- un mosaico sobre el martirio de Santiago. Comienza afirmando el testimonio de la resurrección que daban los apóstoles, para continuar por el caso concreto de su fidelidad a la misión, por la que tenían que dar fe de Jesucristo resucitado, aunque se lo prohibieran los tribunales, porque hay que obedecer a Dios antes que a los hombres Y concluyendo con la determinación de Herodes de dar muerte a Santiago, el hermano de Juan.
          La 2ª lectura, de 2Cor 4,5-15, afirma de la fe y el testimonio cristiano que es un tesoro que llevamos en vasijas de barro, lo que demuestra que la fuerza extraordinaria es de Dios Y sabemos, dice el apóstol, que quien resucitó a Jesús de entre los muertos, también nos resucitará a nosotros. Santiago, decapitado por el rey Herodes, será un triunfador después de su muerte, porque cuantos más reciben la gracia, mayor será el agradecimiento para gloria de Dios.
          Concluyen las lecturas con el episodio conocido de la madre de Santiago y Juan que pretende situar a sus dos hijos en puestos de privilegios en ese imaginado “reino” que ellos se han hecho. Jesús les cambia la idea de tal “reino” por otro “reino” en el que se encuentra el cáliz que Jesús va a beber (que es su muerte), y los dos discípulos entienden que si es CON ÉL, pueden. Y Jesús les anuncia ya ese martirio que van a padecer, y que se centra en el de Santiago, cuya fiesta de triunfo celebramos hoy, y lo celebramos como PATRONO DE ESPAÑA.

          Falta hace que Santiago ejerza su patronazgo sobre nuestra nación, para que los niños sean enseñados de las verdades de la fe; los jóvenes asimilen los valores cristianos, y los mayores recuperen su fe auténtica, la que se basa en la Palabra de Dios y se vive desde los Sacramentos.









lunes, 25 de julio de 2016

Solemnidad de SANTIAGO, apóstol
Patrón de España
Liturgia
          El contenido de las lecturas de hoy es muy rico. Supuesta la llamada de Jesús, que hizo discípulos suyos a Santiago y Juan su hermano, nos encontramos con un evangelio (Mt 20, 20-28) muy conocido y de mucha enjundia. Santiago y Juan no han entendido aún lo que es el reinado de Jesús, y lo tienen identificado con un dominio humano. Según eso vienen a pedir a Jesús ser tenidos como el brazo derecho e izquierdo en ese momento en que Jesús sea rey.
          Jesús les corrige: No sabéis lo que pedís. Y los lleva al otro terreno: ¿Podéis beber el cáliz que yo he de beber? De seguro que ellos no entendieron aquello del “cáliz” pero sí les era inteligible que era el que “yo he de beber” (por el que va a pasar el propio Jesús). Y apoyados en esa seguridad de la unión al Maestro, responden muy decididos que pueden. Y Jesús les confirma que –en efecto- lo beberán, al mismo tiempo que les quita de la cabeza aquello de los puestos de privilegio, que se quedan en la voluntad misteriosa del Padre.
          De hecho, Santiago va a ser el primero de los apóstoles que beba aquel “cáliz”. Se ha compuesto una lectura primera del libro de los Hechos de los Apóstoles (4, 33. 5. 12, 27-33; 12. 1) que nos narra la acción de los apóstoles que daban testimonio con mucha fuerza de la resurrección de Jesucristo, y hacían muchos signos y prodigios en medio del pueblo. Todo eso lo llevaban muy a mal los jefes religiosos, que conducen a los apóstoles a presencia del Consejo y les conminan: ¿No os habíamos prohibido hablar en nombre de “Ese”? En cambio vosotros habéis llenado Jerusalén con vuestra enseñanza y queréis hacernos responsables de la muerte de “ese”.
          La consecuencia a la que llega todo eso es a la decisión de Herodes de decapitar a Santiago, el hermano de Juan. Tenemos, pues, el testimonio del martirio de Santiago, acreditado por el libro 2º de San Lucas. Santiago ha bebido el cáliz del Señor, siendo el primer apóstol que derrama su sangre por la fidelidad al Maestro y a su evangelio.
          San Pablo hace una emocionante descripción de la vida de los apóstoles en 2Cor 4, 7-15. Llevamos el tesoro de Jesús en vasijas de barro (en la realidad humana), para que se vea que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no proviene de nosotros. Nos aprietan por todos lados, pero no nos aplastan; estamos apurados pero no desesperados; acosados pero no abandonados; nos derriban pero no nos rematan; en toda ocasión y por todas partes llevamos en nuestro cuerpo la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo.
          Es una descripción impresionante de la vida del apóstol, y su sentido pleno en la historia del cristianismo: la muerte, en los talones…, y sin embargo la vida sobresaliendo siempre de entre los escombros a que los someten las fuerzas del mal… Mientras vivimos, continuamente nos están entregando a la muerte por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal.
          Aquel “Podemos beber el cáliz de Jesús” que afirmaron  Santiago y Juan, hecho realidad en todos los apóstoles, y siendo el presagio de la vida del Reino que sólo así puede entenderse en su realidad total.



sábado, 25 de julio de 2015


La 1ª lectura de hoy desemboca en el martirio de Santiago, el primer apóstol que da su vida por el evangelio.
La 2ª lectura muestra la trayectoria del apóstol: sus padecimientos por razón de su fidelidad a la verdad y a la fe. “Para que la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal”.
El evangelio tiene dos planteamientos muy diversos: el de Santiago y Juan –conducidos por su madre- y el de Santiago y Juan cuando Jesús les lleva a cambiar el chip, y en vez de las honras humanas que ellos pretendían, les pone delante “el cáliz que yo he de beber”. ¿PODÉIS? Y Santiago se lanza al vacío, fiado en que es “el cáliz que va a beber Jesús”, y acaba en un rotundo: PODEMOS. Muy lejos de honores y puestos de mando, Santiago ha optado con seguir a Jesús dondequiera que sea.

Para nosotros, los españoles, Santiago es el apóstol que visitó España, que –según la tradición- vino a recibir una visita de la Virgen, en Zaragoza, y cuyo sepulcro está en Galicia. Apóstol PATRONO de una nación que hoy día necesita mucho más de su patronazgo, mientras fuerzas de otro signo pretenden fraccionarla o descristianizarla.
Una oración muy especial hemos de elevar hoy a Santiago, no sólo desde el planteamiento espiritual sino también como españoles.


viernes, 25 de julio de 2014


TESTIGO DE LA FE
             Celebra hoy España la fiesta de Santiago, el apóstol de Jesús, constituido Patrón de España, y en ella venerado su sepulcro, centro de peregrinaciones de ese ingente número proveniente de todas partes, y -habrá que decirlo también- de toda creencia e increencia. Pero de cuya experiencia no quedan indiferentes quienes hicieron esa famoso “camino de Santiago”, en sus múltiples recorridos y trayectos.
             Lo que impetramos hoy en la Oración de la Misa es que sea fortalecida la fe en España y, por su patrocinio, España se mantenga fiel a Cristo hasta el final de los tiempos. No es pequeña petición, ni ajena a una realidad actual.
             Perdida ya la fecha como FESTIVIDAD PLENA, y dejada a día laboral, es evidente que queda perdida para la reata de las mentes que no han tenido ni sentido el calor de una fiesta de todos, precisamente FIESTA porque viene a ser germen de la fe cristiana, cuna de esa “nueva España” que recibía la fe apostólica, la fe en Jesucristo.
             Quienes seguimos en esa línea creativa de la fe, y con la esperanza de una España que “se mantenga fiel a Cristo hasta el final de los tiempos”, vivimos hoy la ilusión de un nuevo milagro de siembra evangélica, desde el patrocinio del primer apóstol mártir, cuyo sepulcro se conserva en España.

             La Liturgia solemne comienza describiendo (Hech 4) aquella situación de una vida “política” en la que estorbaba el recuerdo del nombre de Jesús. Los dirigentes religiosos habían prohibido a los apóstoles nombrar a Jesús. Era la gran táctica (por si nos sirve pensar y comparar), porque no nombrándolo se convierte en un “inexistente”, y detrás de eso ya se extingue todo lo que se refiere a Él. Y no habiendo quien tenga y mantenga los principios fundamentales de Él, quedan hechos unos corderitos mansos, manipulables, para todos los efectos espurios que quiera el gobernante (o el mafioso antirreligioso, ateo, o belicosamente hostil contra la Iglesia de Jesús).
             Los apóstoles no cayeron en esa trampa, y como llevaban a Jesús prendido en sus almas, siguieron predicándolo. Y hubieron de volver a los tribunales… Y allí –ante el tribunal- se pronunció una respuesta que buena falta nos haría experimentar a todos los creyentes en Cristo: Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres, sin necesidad de estar ante los tribunales. ¡O en ellos!
             El hecho fue que Herodes acabó decretando la muerte de Santiago, el hermano de Juan. No se explican más razones ni porqués en ese plano civil (incivilizado). El hecho es que Santiago (Mt 20-28) respondió así al reto que le lanzó Jesús aquel día en que los dos hijos de Zebedeo –Santiago y Juan- azuzados por su celosa madre, pretendieron hacerse con los puestos de privilegio de un supuesto reino humano (“mesiánico”) de Jesús, en el que ellos ocuparan los primeros “ministerios”.
             Jesús les retó. “¿Podéis beber el cáliz que yo he de deber?”. Y estoy seguro que no tenían ni idea de lo que Jesús les decía. Y no porque Jesús les hubiera ocultado nada –que hacía pocos minutos que le había expresado “el camino” de persecución y cruz al que se dirigía-, sino porque también ellos quisieron seguir la táctica del avestruz, e ignorar lo que no les gustaba saber.
             Pero la pregunta, con ese componente personal afectivo: “el cáliz que Yo he de beber, les hizo mella hasta el punto de responder decididamente: “Podemos”.  Y así le encontró a Santiago el martirio, con su “PUEDO” en toda regla, y siendo realmente el “privilegiado” primer apóstol mártir de Jesucristo. PUDO. He ahí la fuerza imponente de Jesús (a la que el “mundo” tiene tanto miedo, y por cuya razón se va “cepillando”  la fe del pueblo, disimulada y alevosamente… Lo que se busca es el achicamiento de unos cristianos que van dejando de ser verdaderamente fieles, para convertirse en borreguitos mansos, cuando no sea que están “huidos” de su fe, de su Bautismo, de su FIDELIDAD.
             Cuando Pablo describe al apóstol 2Cor 4, 7-15) dice, con un dramatismo impresionante: Llevamos este tesoro en vasijas de barro, para que se vea que una fuerza tan extraordinaria no procede de nosotros. Nos aprietan por todos lados, pero no nos aplastan; estamos apurados, pero no desesperados (=desesperanzados); acosados pero no abandonados; nos derriban, pero no nos rematan; en toda ocasión y por todas partes llevamos en el cuerpo la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo.
             Nos sonará a narración épica. Que se lo digan a los cristianos que hoy están viviendo estas situaciones abiertamente en sus países africanos, y no por ello se refugian en sus casas para no complicarse la vida. Ahí les sale el “PODEMOS” con una fuerza que nosotros tendremos que recuperar para hacer nuestra fe verdaderamente vital. Santiago no renueve a todos los niveles y en todos los estamentos, edades y situaciones.

             San Ignacio nos hará pedir –ante la Pasión- experimentar y sentir dolor con Cristo doloroso, quebranto con Cristo quebrantado; lágrimas y pena interna de tanto como pena Cristo por mí…



jueves, 25 de julio de 2013

25 julio. SANTIAGO, patrón de España
             No podemos menos que empezar con un dolido recuerdo hacia el trágico accidente ferroviario a las puertas mismas de la Ciudad de Santiago, con elevado número de víctimas mortales y de heridos. Día tan señalado para Galicia, y que quedará marcado para tantas familias como luctuoso.
             En esas víctimas nos toca hoy que empezar a sentir con sentimientos humanitarios, a la vez que como personas de fe, la repetida afirmación de San Pedro en la 1ª lectura: Los apóstoles daban testimonio de la Resurrección del Señor con mucho valor.  Y más adelante, testificando ante el tribunal. Repite lo que es la gran fuerza de la fe: Jesucristo resucitó. Sean éstos, desde nuestra fe –al mismo tiempo que solidarios en el dolor con familiares y heridos- los motivos de fuerza y esperanza.
             Ya lo dice San Pablo en la 2ª lectura:  Llevamos este tesoro en vasijas de barro. La vasija puede romperse…, de hecho se rompe (de una u otra manera). Lo que nos queda es que saber que apretados, no nos aplastan; que apurados, no nos desesperamos; que acosados, no nos sentimos abandonados; que derribados, no nos rematan.  Esta preciosa oración de fe de Pablo, es la que hemos de saber hoy interiorizar ante la desgracia de tantas personas que, en lo humano, han quedado destruidas, y sin embargo –aun rota su vasija de barro- el tesoro que encerraban permanece. ¡Ésta es la novedad que tiene la fe!: no nos rematan…, siempre tenemos una nueva cabeza que sacar…, y es la seguridad de la Resurrección, unidos a la Resurrección de Jesús…, a la esperanza siempre abierta…, y que tanto necesitamos siempre: no nos rematan.
             Juan y Santiago caminaban con el grupo de los Doce, que iban a Jerusalén, lo que expresa a las claras que iba Jesús hacia su muerte. Pero como la muerte siempre se intenta soslayar, surge una petición a Jesús (en este evangelista es la madre quien la formula) de que en ese reino mesiánico que Jesús va a realizar, le reserven los dos lugares de privilegio y mando a los dos hijos de Zebedeo.
             Una petición que si siempre hubiera sido extemporánea, en este momento es hasta imprudente, muy egoísta, muy interesada.  Jesús debió sentir mucha pena interior. Estaban los discípulos a años luz de la realidad; años luz de lo que Jesús tanto había enseñado…, y de lo que suponía aquel viaje que era el último, porque Jesús desembocaba en el lugar de su muerte.
             La respuesta de Jesús llevaba su cierta dosis de dolor: - No sabéis lo que pedís. Pero Jesús no se deja “rematar”, y levanta rápidamente el vuelo y hace una contraoferta a los dos predilectos: ¿Podéis beber el cáliz que YO he de beber.  [Y he puesto en mayúscula ese YO, porque pienso que debió Jesús hacer fuerza en ello, como algo determinante para la respuesta que debían dar los dos apóstoles].  Y surtió efecto.  Porque ellos poco o nada entendieron de aquel “cáliz” que el Maestro va a beber.  Pero sí les decía mucho que el Maestro iba a beberlo… Por tanto: no entienden mucho la pregunta, pero saben clara la respuesta: CON ÉL, SÍ PODEMOS.
             Ha primado la fuerza de la adhesión personal. Puede darse el  aun sin saber por dónde va la cosa.  Es CON JESÚS, y eso les basta. Que luego vengan o no los puestos de privilegio queda ya en segundo lugar…, y –además- ya no dependen de Jesús: es mi Padre quien lo tiene reservado.
             No se habían quedado al margen los otros Diez. No llevaban a mal que los dos hubieran pedido… Lo que les molestaba era que en esa petición de los Zebedeos, el resto quedaba “a la cola”.  Y se indignaron. Porque al final ellos querían también esos “bastones de mando”.
             Y Jesús tiene que sentarse pacientemente y empezar por el principio: el que quiera estar en puesto de privilegio, que se ponga al final. El que quiera ser servido, que se ponga a servir, como Yo hago, que os sirvo siempre, y hasta doy mi vida para salvar a toda la humanidad.
             En lo trágico de este día, y sin despagar los pies del suelo (donde tantos sufren o han perdido la vida), no podemos los creyentes que tener una mirada de fe. Jesucristo ha dado su vida para salvar. Todos aquellos que han perdido su vida biológica, han encontrado de improviso a Jesús Salvador. Creyentes o no, fieles en su fe o no, lo que sí han encontrado es a Jesús que da su vida en rescate por todos.
             El Sacrificio de la Misa, que revive y actualiza el Sacrificio de la muerte de Cristo, y a la vez canta ya el ALELUIA PASCUAL, se abre hoy como pieza fundamental para todos ellos…  Con ellos estamos nosotros en honda solidaridad. El sentido sacrificial se profundiza en nuestra fe…, porque al mismo tiempo estamos apuntando ya a la LUZ de la Resurrección.  En ese fe inalterable nos unimos hoy a la FIESTA DEL APÓSTOL, al luto de las familias, al dolor de los heridos y a ese viaje último de los que han muerto.

             Lo hicieron junto al sepulcro del apóstol que PUDO BEBER EL CÁLIZ de su Maestro…, y hacer que su vasija de barro, rota por el martirio, dejara patente el tesoro inmenso que llevaba dentro.  Ahí está nuestra fe. A los pies de Santiago ponemos hoy a España, a sus gentes, a su juventud…, conscientes del momento crítico por el que pasamos en los diversos órdenes de la vida de los españoles: el de la fe, el de un pueblo desmoralizado, el de la alterada vida social, el de la situación convulsa de la política y los políticos, en el dolor de familias en paro…, en la familia destruida en su mismo ser, por la pretendida fractura del territorio…  ¡Apóstol Santiago!, ruega por ESPAÑA!


miércoles, 25 de julio de 2012

Patrón de creyentes


SANTIAGO
                Suelen llamar “deformación profesional” al hecho de que uno enfoque los temas desde aquello que “profesionalmente” vive uno con más fuerza. Yo estoy dando Ejercicios Espirituales y hoy entramos en el centro de gravitación esencial, que es JESUCRISTO. San Ignacio lo introduce con una contemplación de primer encuentro, que es –a la vez- la toma de postura básica del ejercitante.  En éstas, hoy celebramos a Santiago. Y el evangelio que tendremos en la Misa es el curioso y “extraño” hecho de Santiago y Juan (y en este evangelista que tenemos hoy, San Mateo), también la madre.  No podemos perder de vista el contexto, que nos llega entre el evangelio de Marcos y el de Mateo.  Jesús va caminando a prisa hacia Jerusalén. Los mismos apóstoles van extrañados de aquella prisa.  Y Jesús les avisa que van a Jerusalén y que allí va a ser preso, juzgado por tribunales religiosos y civiles, que lo maltratarán y lo matarán.  Y en ese contexto se presentan Santiago y Juan a Jesús para hacerle una “petición”.  Que basta leerla despacio para ver que más que súplica es un “mandato”, y además “incondicional”.  Di…  No piden como súplica.  Le dicen al Señor lo que tiene que hacer.  Y lo que tiene que hacer es privilegiar a Santiago y Juan con los dos primeros ministerios de ese reinado que Jesús va a tener (léase todo en clave nacionalista mesiánica, de poder humano y puestos de honor).  Chirría esta “petición” con el con el contexto. Lo lógico es la respuesta de Jesús: No sabéis lo que pedís.  Estáis fuera de órbita. Habéis caído del nido. Pero Jesús no da nunca por perdido.  Lo que le toca es enderezar aquello… Lo que hay en aquellos discípulos es amor propio (quieren lo mejor, y dejando atrás a los compañeros). Hay en ellos amor mundano (pretenden poder, prebendas, privilegios, sacar ventajas del seguir a Jesús…;  hoy podríamos llevarlo al terreno de querer tener “ventajas en la Iglesia”). Y detrás de eso hay un amor carnal (que busca la comodidad, el “no quiero líos”, ese placer tan embriagador de la poltrona, del puesto de privilegio que le pone a uno sobre seguro, y que le va haciendo una voluntad cada vez menos auténtica…, más a la búsqueda de sí mismo).
                Jesús les tiene que sacar de tal enredo y postura engañosa de apariencia amiga y espiritual.  Y les cambia totalmente el punto de mira: “¿Podéis beber el cáliz que yo beberé y ser bautizados con el bautismo con que yo voy a ser bautizado?”  Podemos imaginar con todo fundamento que Santiago (y Juan) no entendieron absolutamente nada de ese cáliz  y ese bautismo.   Pero lo que sí les ha roto es el esquema que traían.  Tienen que hacer ahora la pirueta de olvidarse de esos amores que les movían al venir.  No saben qué cáliz y qué bautismo, pero hay algo que sí pueden comprender y advertir como atractivo:  que el Maestro no les ha mandado “ir”…, sino venir a MI cáliz o a MI bautismo”.  Y como es evidente que l atracción es A JESÚS, y el amor personal es A JESÚS, acaban por lanzarse a fondo perdido… ¡Fuera nuestro amor propio, carnal y mundano), y vamos a lanzarnos a a piscina en fuerza de un amor personal.  Y responden: PODEMOS.  San Ignacio le llama a esta determinación del ejercitante, oblación de mayor importancia.  Se acabó lo incondicional de ellos, y se entregan incondicionalmente a lo propuesto por Jesús, aunque no sepan a ciencia cierta adónde les lleva.  Pero a ciencia cierta es CON ÉL.
                La 1ª lectura nos pone a lo apóstoles en fidelidad plena a Jesús, por cuyo Nombre afrontan la cárcel, los juicios ante las autoridades, las sentencias de prohibición de nombrar a Jesús (¡para eso lo quisieron matado en cruz!)…, y ellos confiesan que no pueden callarse y que tienen que obedecer a Dios antes que a los hombres.  Consecuencia política es el martirio de Santiago, el primero en beber el cáliz y ser bautizado al modo de Jesús.
                Y en la 2ª lectura, nos advierte San Pablo que este tesoro del amor de Jesucristo y a Jesucristo, lo llevamos en vasijas de barro.  En nuestras manos se nos pueden romper los deseos y los ofrecimientos mejores.  Máxime cuando a mayor fidelidad, vamos a ser peor tratados, empezando por los mismos nuestros, que parecen estar en el mismo barco, pero que son proclives a meter estacas en las ruedas de quien camina.
                Por eso hoy la PARTCIPACIÓN EN LA EUCARISTÍA está pidiendo a gritos esa superación del amor propio, del amor carnal y del amor mundano, y hacer OBLACIÓN auténtica de nuestro YO.  Hoy, la patena del Sacerdote tiene que PESAR mucho más, si los auténticos cristianos hacen esa oblación de sí mismos y la ponen junto a las hostias que van a ser consagradas, y hacen que –junto a la OBLACIÓN PLENA DE JESÚS, vaya la entrega de MAYOR IMPORTANCIA Y AUTENTICIDAD de cada uno de los participantes en la Eucaristía.

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