jueves, 16 de abril de 2020

«En tiempo de desolación nunca hacer mudanza»

El 17 de Julio de 2014, después de una confesión con el P. Cantero, el me da el siguiente consejo:

Lo primero que propone Ignacio es: «En tiempo de desolación nunca hacer mudanza, mas estar firme y constante en los propósitos y determinación en que estaba el día antecedente a la tal desolación» [EE.3181]
 Ignacio propone para los tiempos desolados: «Instar más en la oración, meditación, en mucho examinar y en alargarnos en algún modo conveniente de hacer penitencia» [EE.3191]

Estas propuestas de Ignacio son para «el intenso mudarse contra la misma desolación». La gran trampa en este tiempo es caer en el lamento y la gesticulación inoperantes. Nos podemos pasar media vida esperando lo que nunca llega, y la otra media añorando lo que pasó. Ignacio nos dice que es posible, sin voluntarismos, «mudarnos» contra el tiempo desolado. Se trata de no resignarnos, sino de percibir cómo el tiempo desolado se puede convertir en un tiempo de gracia. Esta conversión no es un golpe de efecto ni un pase mágico, sino la posibilidad de descolocarse y de abrirse a la realidad desolada; de poner de nuestra parte para percibir el Espíritu que se nos ha dado. Mucho examinar Este «mucho examinar» puede parecer ocioso e inoperante ante lo urgente e inmediato; pero, si no se hace, se cae en la pura gesticulación. Instar mas en la oración, meditación. Cuando mucho se examina más situaciones y gentes caben en nuestra oración. El instar más en la oración nos lleva a referir nuestro tiempo desolado a la Buena Noticia en su totalidad: vida-muerte-resurrección del Señor Jesús. La oración está amenazada si oramos sólo cuando todo nos va bien. El reto es saber orar con Jesús desde el Getsemaní personal e histórico. Cuando todo nos va bien, es fácil orar; pero el que todo vaya bien supone que nuestro yo personal e institucional no se vive amenazado. Cuando la amenaza se barrunta, cuando se experimentan en toda su crudeza las situaciones sin salida, entonces parece que el buen Jesús desaparece, y dejamos de orar para caer en la frustración, o invocamos a Dios como una potencia que puede cortocircuitar nuestro vivir en conflicto y en desolación. Alargarnos en algún modo conveniente de hacer penitencia. http://www.mercaba.org/FICHAS/ESPIRITUALIDAD/671-2.htm

No hay comentarios:

Publicar un comentario