lunes, 15 de junio de 2020

CORPUS CHRISTI

Fiesta del CUERPO y SANGRE DE JESÚS

EL SANTÍSIMO CUERPO Y SANGRE DE JESUCRISTO
     La liturgia de este solemne día nos va avanzando desde el Maná que se dio a los antiguos hasta el verdadero Pan del Cielo que entrega Jesucristo como donación personal de su propia vida.
             Deut 8, 2-3, 14-16 presenta las penurias de un pueblo acuciado por la contrariedad y –por su parte- añorando volverse a Egipto (que lo había tenido esclavizado). La pedagogía de la mano izquierda de Dios es hacerle palpar su pequeñez, su poquedad, su incapacidad, para que después comprenda más de lleno su necesidad de Dios. Y Dios le sale al paso regalándole agua que brota de la roca, volátiles que caen providencialmente sobre el campamento, maná –una escarcha que amasada- viene a suplir al pan. Pero advirtiendo Dios que no solo de pan se vive sino de todo cuanto sale de la boca de Dios. Aquellas ayudas materiales han de hacerles pensar en necesidades mucho más internas, que deben suponer una actitud rendida de acogida y respuesta a Dios. De la boca de Dios sale UNA PALABRA que enseña, que llama, que amorosamente exige…, y no para provecho de Dios sino para que se forme la verdadera personalidad de cada persona y de un pueblo que camina hacia una Tierra nueva de salvación.

             1Co 10, 16-17 concreta el nuevo Maná, la nueva Palabra que sale de la boca de Dios es el Cuerpo de Cristo.., es su Sangre…, que no están para darse y derramarse de balde sino para amasar a los que comen y beben ese alimento y llegan a amasarse en una auténtica UNIDAD, porque todos comemos del mismo Pan.

Un Pan que es mi Cuerpo para la vida del mundo –Jn 6, 51-59-. Un Cuerpo, el de Jesús, que si no lo coméis y no bebéis su Sangre, no tendréis vida eterna. Y si lo coméis y bebéis, resucitaréis en el último día. Ahí está la gran fuerza de la Eucaristía, su sentido radical. Hay que sembrar eucaristía aquí en la tierra para que el tallo crezca y crezca hasta germinar en el Cielo.

Todo eso que, hasta suena hermoso y esperanzador…, una promesa que nos deja a seguro… Pero no sólo de pan vive el hombre, ha dejado dicha la 1ª lectura. Y eso nos está poniendo en la urgencia de responder al tomad y comed –invitación que nos hace Jesucristo- con un toma, Señor y recibe  que suponga la respuesta de correspondencia con la que cada uno de nosotros tiene que participar del CUERPO Y SANGRE DEL SEÑOR. Es verdad que en la ALIANZA de Jesús no hay una “condición” a cumplir por nuestra parte…, porque “alianza de Dios” es donación a fondo perdido. Pero es evidente que, al anillo que Jesús pone en nuestra mano, ha de haber otro anillo que cada uno pongamos en su dedo divino.
A una Eucaristía santa, inmaculada, redentora por parte de Jesús, nos hemos de imponer una vida personal santa…, “al modo de Jesús”, “al gusto de Dios”.  A una Eucaristía inmaculada, ¡cuántas impurezas abiertas o camufladas tenemos que ponerles coto! [Y esto, en el momento actual, no es hablar de memoria]. A una Eucaristía redentora, nos hemos de dejar “redimir”. Algo tiene que dar un vuelco en nuestro mundo personal, para que todo este sublime misterio no se nos quede en una “devota comunión”. [Que nos quejamos de tantas comuniones con tan pocas confesiones…, y habría que poner delante también tantas confesiones que se limitan a ser “mera confesión” pero sin planteamiento concreto y decidido para que la siguiente sea substancialmente mejor].

Y que una concreción que está chirriando contra esa EUCARISTÍA (de la que tantos participamos) es la FALTA DE UNIÓN Y COMUNICACIÓN EN PAZ de quienes estamos comulgando todos los días…, y nuestros juicios y palabras dejan tanta división y tanta falta de lo que es esencial en los que deseamos ser partícipes de esa VIDA ETERNA que ha prometido y regalado Jesucristo. El CORPUS, pues, aún no ha alcanzado su objetivo. Estamos nosotros ahí, y tenemos que hacerlo real.

(Año 2014)

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