Liturgia: Comienza el ADVIENTO
1.-Hoy comienza el ADVIENTO. En Enero empieza el año civil. En Octubre empieza
el año escolar. En Adviento empieza el año litúrgico.
2.- ADVIENTO es la preparación a la venida del Señor en Navidad. Debemos
prepararnos a ello con fervor para que la Navidad no sea sólo fiesta, regalos y
reuniones familiares. Deberíamos procurar que Jesús venga también a nuestro
corazón y nos haga un poco mejores.
3.- Comenzamos este año el ciclo litúrgico B, que tiene como base, para la lectura
continua, el Evangelio de San Marcos que es el más antiguo de los cuatro
Evangelios, y sirvió de base a los evangelistas Mateo y Lucas.
4.- Cada evangelista tiene su modo de contar.
San Lucas enlaza todo como en un viaje de Jesús desde Galilea a Jerusalén.
San Mateo amontona los milagros y las parábolas que ocurrieron en momentos
diferentes.
San Marcos, que era niño en tiempos de Jesús (era el muchacho que apareció en
Getsemaní envuelto en una sábana cuando el prendimiento del Señor), cuenta la
predicación de San Pedro, pues se fue con él a Roma.
San Juan escribió su Evangelio el último, alrededor del año cien.
5.-De los Evangelios no se conservan los originales, lo mismo que de todos los
libros de aquel tiempo, pues entonces se escribía en hojas de papiro, que es un
material deleznable.
6.- Pero de San Marcos tenemos un papiro (el 7Q5) encontrado en una de las
cuevas de Qumrán escrito por el año 40, es decir, diez años después de Jesucristo.
Esto es un tesoro maravilloso.
7.- Este papiro ha sido identificado por el P. O¹Callaghan, S.I.
Contemplamos tres venidas del Señor, la primera en la carne, la segunda en el alma, la tercera a la hora del juicio. La primera tuvo lugar en medio de la noche según las palabras del evangelio: “A medianoche se oyó un grito: Ya está ahí el Esposo.” (Mt 25,6) Esta primera llegada ya ha pasado, porque Cristo se ha hecho visible en la tierra y ha conversado con los hombres.
Ahora estamos en la segunda venida, a condición que estemos preparados para que pueda venir a nosotros, pues ha dicho que “si le amamos vendrá a nosotros y habitará en nosotros” (cf Jn 14,23). Esta segunda venida es para nosotros una venida mezclada con incertidumbre, porque ¿quién sino el Espíritu de Dios conoce los que son de Dios? Aquellos que son arrebatados por el deseo de Dios saben bien cuándo viene, pero no saben “ni de dónde viene ni a dónde va”(Jn 3,8).
En cuanto a la tercera venida, es cierto que tendrá lugar e incierto cuándo tendrá lugar; ya que no hay cosa más cierta que la muerte ni cosa más incierta que el día de la muerte. “Cuando los hombres hablen de paz y seguridad, entonces, caerá sobre ellos la ruina de improviso, igual que los dolores de parto sobre la mujer embarazada, y no podrán escapar.” (1 Tes 5,3) La primer venida se efectuó en la humildad y ocultamiento, la segunda es misteriosa y llena de amor, la tercera será manifiesta y terrible. En su primera venida, Cristo ha sido juzgado por los hombres injustos; en la segunda nos hará justicia por la gracia; en la última juzgará todo con justicia y rectitud: Cordero en la primera venida, León en la tercera, Amigo lleno de ternura en la segunda venida.
AÑO 2011
AURORA TRAS LA TORMENTA
Ayer estábamos entre esa secuencia estridente de las garras de la fiera que descuartizaba y trituraba, aunque con el amanecer en lontananza de Jesús invitando a velar para que NO SE EMBOTE NUESTRA MENTE (que es lo peor que nos puede pasar), porque una cosa es la persona que cae y puede levantarse, y otra la que se ha embotado de tal modo que se enfanga en el mal y está tan embotada que no puede ni levantarse.
Y cuando esa secuencia angustiosa de la película, con sonidos estridentes parece que nos ahoga (no perdamos de vista que se nos estaba avisando de algo tan definitivo y trágico como la muerte, simbolizada en el FINAL de un año litúrgico), surge un silencio que serena el alma, y una aurora luminosa y una música serena nos meten de pronto en un horizonte de esperanza y luz: ES EL ADVIENTO, que no habla de muerte sino de vida que nace.
El Evangelio de hoy, con ser parte de la secuencia anterior, tiene otra “música”. Se sigue insistiendo en VELAR, en saber estar preparados para cuando llegue el momento, y sin embargo suena con TIEMPO POR DELANTE, suena a esperanza de preparar camino y realizar tarea.
Desde la 1ª lectura hay unos brazos tendidos de esperanza: Tú, Señor, eres nuestro Padre; tu nombre es siempre “nuestro redentor”… Vuélvete con amor a tus siervos… ¡Ojalá rasgases el cielo y bajases, DERRITIENDO LOS MONTES de nuestra soberbia.
Esta música maravillosa, no se escuchó nunca; esta luz diáfana no pudo verse jamás…, SI NO ES EL TI, NUESTRO DIOS. Sales al encuentro del que intenta vivir honradamente y se toma en serio tus caminos.
¡Y todos éramos pecadores, sucios, sin bondad en el alma; aún los que aparentábamos de bueno, era un paño manchado! Ni te invocábamos, Señor, aunque Tú eres nuestro Padre.
Como en una sinfonía solemne, irrumpen a toda fuerza los violines y las trompas con la palabra de Pablo: “La Gracia y paz de parte de Dios NUESTRO Padre, y del Señor Jesucristo. [Esto suena ya a canto de ángeles de Nochebuena]. Cristo es la misma Gracia de Dios que nos enriquece en todo… ¡AGUARDAD LA MANIFESTACIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO! Él os mantendrá firmes hasta el final.
Si queremos darle nombre a todo esto, ES LA NAVIDAD.
Y si queremos ser realistas. El mensaje es el mismo de ayer…, pero con rostro de NIÑO QUE NACE y es siempre fuente de esperanza.
¡¡¡ESTAMOS EN ADVIENTO!!!
NUEVO PERIPLO, EL ADVIENTO. Nuevo enfoque de mi reflexión
No sólo es que el Adviento siempre habla a nuevo. Es que yo voy a intentar llevaros conmigo a un adviento del que disfruto hace muchísimos años.
San Lucas es el evangelista del adviento. El DVIENTO duró siglos, muchos siglos. Por eso Isaías -8 siglos anterior a Jesús- es el profeta que más aparecerá en estos días. Y dicho esto, me vuelvo al principio.
Comienza San Lucas: “Puesto que muchos han emprendido el trabajo de coordinar la narración de las cosas verificadas entre nosotros, según nos las trasmitieron los que desde el principio fueron testigos oculares…"
San Lucas no fue discípulo de Jesús. No vio con sus ojos. Pero es hombre culto, honrado, parte historiador y, mucho, hombre de fe, ha leído muchas narraciones de aquella vida de Jesús. Unas le han interesado más. Otras, menos. Algunas, nada, salvo la curiosidad del “cuentecillo piadoso” y lleno de fantasías, de aquellos primeros cristianos que pretendían “llenar lagunas” o ver un puro milagro sobrenatural. (Son los evangelios apócrifos (no revelados por Dios, que unas veces encierran costumbres de la época, historietas más o menos verosímiles, y muchas fantasías).
Por eso Lucas, el médico, no se limitaba tomar de aquí y de allí. Él sabe que hay muchas cosas escritas, muchas verdades sublimes, y mucha necesidad de expurgar. Y para eso tiene a mano “testigos oculares”, contemporáneos de Jesús o muy cercanos a “los suyos”, que desde el principio habían visto y oído o recibido de primera mano. Y, además, “ministros de la palabra”. ¡Que no es decir poco!
La devoción pretende que la gran confidente de Lucas fue María, la Madre de Jesús, y por eso Lucas es el “evangelista de la infancia”. Por lo que yo puedo sabes, eso queda en la “piedad” pero no en los hechos históricos probados.
Lo que sí es cierto –son cosas que se verán a lo largo de este periplo- es que testigo ocular y plenamente fidedigno de Lucas fue el Espíritu Santo, Por eso Lucas será el evangelista más humano, más sencillo, más asequible…, a la par que el gran evangelista del Corazón misericordioso. Para el que quiere entrar por primera vez en el Evangelio, yo siempre le llevo a San Lucas.
Él, sus datos, mi fantasía (apoyada en ciertas costumbres de Isreal), va a ser nuestro acompañante en el Adviento, si Dios quiere. Por supuesto que MARÍA va a ocupar el protagonismo, como persona que vivió de lleno el adviento histórico, y fue parte esencial de él.
Con Lucas, “he resuelto yo también, después de haberlo investigado (meditado gozosamente muchísimos años) escrupulosamente desde su origen, escribírtelas por su orden, excelentísimo Teófilo [persona amante de Dios], para que reconozcas la solidez de las enseñanzas que aprendiste.