jueves, 24 de diciembre de 2020

NOCHEBUENA - CICLO B

LITURGIA SE LA NAVIDAD
Se abre con la MISA DE LA VIGILIA, o misa vespertina. Ya de blanco y con Gloria. Se repite la genealogía de Jesús que se leyó el día 17, continuándose con el anuncio a José de que el hijo de María viene de Dios y José hará de padre, imponiendo el nombre.
Sigue la MISA DE NOCHEBUENA (de medianoche; "del Gallo"), que debiera empezar a las 12, si no fuera por la inseguridad ciudadana y las edades de los fieles. Es la MISA DEL NACIMIENTO y anuncio a los pastores.
2ª MISA: DE LA AURORA: Evangelio de los pastores, que encuentran a Jesús, conforme a lo anunciado por los ángeles.

3ª MISA: EL NACIMIENTO ETERNO DEL VERBO DE DIOS. El Niño nacido en Belén, indefenso, sin habla, sin movimiento, es nada menos que el Verbo de Dios, el Creador de todo, el Hijo de Dios, la Palabra elocuente de Dios, que ha plantado su tienda entre los hombres. Vino a los suyos... 


Día 24 por la mañana 

         Las lecturas de hoy comienzan con una repetición de una de las leídas el domingo: David ha decidido construir un Templo al Señor. Natán, el profeta, aprueba. Pero Natán recibe esa noche una comunicación de Dios. Cierto que David es un elegido y privilegiado de Dios, pero no será él quien construya el Templo. Y dando y salto histórico de siglos, se anuncia un templo que será eterno, un trono que no tendrá fin. Ha sido el salto profético que anuncia al Mesías.

          Ese Mesías es cantado por Zacarías, con su lengua ya expedita, que bendice a Dios que ha visitado y redimido a su pueblo, enviándole la salvación en la casa de David. Salvador para todos los pueblos, y libertador de Israel. Como eslabón de unión de aquellos tiempos antiguos y de ese tiempo que llama a las puertas, Juan, profeta del Altísimo. Ha llegado la entrañable misericordia de Dios.

NOCHEBUENA


Liturgia: NOCHEBUENA La liturgia nos pone ante la luz. (Is.9,2-7). El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande, una luz les brilló. “Nochebuena” es el momento en que, en el mundo, se enciende la luz. Se ha acabado la violencia de la vara del opresor y la bota que pisa con estrépito. Lo que ahora se anuncia es algo tan delicado y tierno como un Niño: Porque un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado…, y es Príncipe de la paz…, una paz sin límites sobre el trono de David. El evangelio de esta noche es la narración del Nacimiento: Lc.2,1-14. El hecho en sí no se explica con detalles. Sencillamente se narran las circunstancias que llevaron a José y María a desplazarse a Belén, para afirmarnos ya, sin más, que mientras estaban allí le llegó a María el tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre, porque no tenían sitio en la posada. Así, con esa corta descripción se narra el acontecimiento inmenso del nacimiento en nuestra tierra del Hijo de Dios. Y no tenemos más detalles. Dicen comentaristas de mucha profundidad que es pretendido esa carencia de datos, porque Dios no quiso pertenecer en propiedad ni a la posada ni a algún lugar concreto. Nacía el Hijo de Dios para el mundo entero, y por tanto nadie podía atribuirse haber sido el protagonista de aquel suceso. Si alguien puede sentirse directamente aludido son los pobres pastores que velaban sobre sus rebaños en parajes cercanos, a quienes se les anuncia que os ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor. ¿Y cuál es la señal para encontrarlo? –Un niño envuelto en pañales y recostado en un pesebre. Todo en esa humildad absoluta que sólo entiende Dios y los pobres. Porque si se hubiera hecho una encuesta en Jerusalén para barruntar dónde y cómo iba a aparecer el Mesías, jamás hubieran dado en el clavo. Acto seguido Dios se monta su fiesta y el ángel que anuncia se desdobla en miríadas de ángeles de luz –una legión del ejército celestial- que cantan el primer villancico de la historia: Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres que Dios ama. Ahí se detiene la liturgia de esta noche santa. Pienso que podemos hoy utilizar la explanación que el Papa ha hecho de este día, con el título: NAVIDAD ERES TÚ: cuando decides nacer de nuevo cada día y dejar entrar a Dios en tu alma. El pino de navidad eres tú, cuando resistes vigoroso a los vientos y dificultades de la vida. Los adornos de navidad eres tú, cuando tus virtudes son colores que adornan la vida. La campana de navidad eres tú cuando llamas, congregas y buscas unir. Eres también luz de navidad cuando iluminas con tu vida el camino de los demás con la bondad, la paciencia, alegría y la generosidad. Los ángeles de navidad eres tú cuando cantas al mundo un mensaje de paz, de justicia y de amor. La estrella de navidad eres tú cuando conduces a alguien al encuentro con el Señor. Eres también los Magos cuando das lo mejor que tienes sin importar a quién. La música de Navidad eres tú cuando conquistas la armonía dentro de ti. El regalo de Navidad eres tú, cuando eres de verdad amigo y hermano de todo ser humano. La tarjeta de Navidad eres tú, cuando la bondad está escrita en tus manos. La felicitación de Navidad eres tú, cuando perdonas y restableces la paz, aun cuando sufras. La cena de Navidad eres tú, cuando sacias de pan y de esperanza al pobre que está a tu lado. Tú eres, sí, la noche de Navidad, cuando humilde y consciente, recibes en el silencio de la noche al Salvador del mundo sin ruidos ni grandes celebraciones; tú eres sonrisa de confianza y de ternura, en la paz interior de una Navidad perenne que establece el Reino dentro de ti. Una muy Feliz Navidad para todos los que se parecen a la Navidad. No me he resistido a repetir este texto porque me parece que puede ser un gran resumen y enfoque de la Navidad verdadera, la que celebramos los cristianos con conciencia de lo que estamos celebrando. Y que vivido en la EUCARISTÍA hoy es como un reclamo de gran fuerza para preguntarnos en el fondo del alma, si estamos celebrando la Navidad de Jesús. AHORA SÍ: CUANDO HEMOS CELEBRADO ESTA NOCHE SANTA, OS DESEO FELICIDAD ÍNTIMA DEL ALMA. Y todo lo demás, que se os dé como añadidura. AÑO 2011 PALACIO Y MUCHO AMOR 24 diciembre Empezaría a decir: FELIZ NAVIDAD DE JESÚS, pensando sobre todo en que el primer y esencial invitado a la fiesta es Él. Pero estamos aún por la mañana, y la liturgia va por otro sitio. Repite el Evangelio del domingo: David, ya instalado en su Palacio, y pacificados los reinos , piensa que es hora de que DIOS TENGA SU CASA digna; otro Palacio cde madreas nobles… Natán, su Profeta, asiente como persona particular. Pero Dios le habla como Profeta y le manifiesta otros planes: Dile a David que no será él quien me construya el Templo. En realidad David preparó materiales en abundancia y se lo encargó a su hijo Salomón. Pero la cosa va mucho más adelante: el “Palacio” de Dios será el amor humilde de la humilde doncella de Nazaret. El “Palacio será LA PA" en el mundo. ¡Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo, en la casa de David su siervo” +++++++++++ “Enseñándonos a renunciar la falta de religión”. Pero el corazón del ser humano no está para quedarse en vacío. Renuncia para dejar más espacio que rellenar. Y rellenará –paradójicamente- de sobriedad honrada, ahí donde los valores están trastocados con los del mundo y sus deseos mundanos. Y he querido que sea hoy, cuando ya nos encontramos en la última reflexión antes de la Nochebuena…, a punto de conmemorar el Nacimiento de Jesús, cuando ese Niño que llevo en mis brazos con la complicidad de María (que “se ha distraído” con las florecillas del campo, pronuncia la PALABRA que llena definitivamente el “vacío!”: Una vida, sobria, honrada, y religiosa. No se trata de rezos, de novenas, de devociones, de “piedades”. RELIGIOSO ya decíamos ayer que era una cosa muy a fondo: un RE-LEER y RE-ELEGIR a Dios. Un amarlo con toda el alma, con todas las fuerzas, con todo el corazón. Un ser Dios el primero, el referente substancial. Un cerrar los ojos para SENTIR A DIOS en el fondo del alma. Una OBEDIENCIA profunda a SU PALABRA, que la tengo arropada en mis brazos y está elocuentemente gritando Pero no estaría entendiendo para nada esa SU PALABRA si me quedara ahí. Pienso como que Jesús mismo “se me caería” de los brazos para ir al frío del pesebre, si no empiezo a ponerle nombres a Dios: a mi amigo, a mi enemigo, al de mi cuerda, al de “la otra cuerda”, al seco y al gracioso, al agradable y al desagradable, al primero y al último, al hombre y a la mujer, al joven, a los mayores y a los ancianos, al solo y al solitario, al de un color y al del otro. Vivir una vida RELIGIOSA es vivir la tópica “ternura” de la Nochebuena, y la soledad y el hambre de los que tienen una noche como las demás (con el agravante de que saben que es distinta). VIDA RELIGIOSA y PIEDAD son dos expresiones iguales. Por eso no es la “dulce piedad del niño Jesús”, sino el corazón piadoso al andrajo humano, al ateo, al que no cree en el mismo Dios que nosotros (¿o será que nosotros NO CREEMOS en el mismo Dios de Jesús y hemos creado una simbiosis que no se compagina con el Dios del Evangelio, y eso es lo que escandaliza y aparta a muchos? ¡Mi Jesús!, casi estoy temblando. Casi me dan ganas de llamar a María y decirle que Ella sea la que tome en brazos a Jesús, porque Ella conoce, acepta y guarda en su Corazón… San Pablo concluye esas expresiones: “aguardando la dicha que esperamos, la aparición gloriosa el gran Dios y Señor nuestro Jesucristo. Cuando el profundo silencio de esta media noche nos haga resonar LA PALABRA MISERICORDIOSA de un Dios que se ha metido en la tierra, les aseguro que yo quisiera renacer otro distinto del que soy. No quisiera ser mera “voz” que clama (y menos “en el desierto” donde nadie escucha). Desearía ser ECO DE LA PALABRA DE DIOS QUE SE HA HECHO HOMBRE, ha venido a habitar entre nosotros, los suyos…, y anhelo como un alarido ilusionado, que he acogido su Palabra, y que he servido de tímido altavoz, para que todos también la escuchen y se zambullan en esa PALABRA VIDA Y EFICAZ…, en el Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios, que no se limita a un “comienzo” (fugaz) –que es la primera palabra de san Marcos- sino a “desmontar” al leproso y al cojo, al ciego y al muerto de Naím, a Pedro y a Judas…, y empezar UNA VEZ EN LA VIDA a ser yo el que vivo cada y todas de aquellas realidades, siendo yo el que vive el instante aquel, el que ve la mirada de Jesús, el que sufre con Él o se alegra, el que pide agua o sufre por la traición del amigo… Es hora de “desmontar” el “cuentecito oriental de siglos atrás”, y sentirme que NOCHEBUENA no es lo que está siendo, y que NOCHEBUENA es otra realidad diaria muy actual, con Cristo en el Centro, yo a su lado dejándome enseñar, y el mundo que padece, sufre y goza, se sacrifica y disfruta. .

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